En esta época del año no es infrecuente ver las filas de orugas procesionarias migrando de los pinos para enterrarse. Esto presenta un peligro para animales excesivamente curiosos como los perros, que al tomar contacto con las orugas, se envenenan. En gatos es mucho más difícil (aunque no imposible) que esto ocurra, debido a lo selectivos y cautos que son por naturaleza, a diferencia de los perros. Hablo de envenenamiento o intoxicación, porque aunque generalmente se dicen picaduras, las orugas no pican, de hecho, el simple contacto con una zona por donde han pasado o se ha caído un nido y haya pelillos de las orugas, puede provocar esta afección. Esto es debido a que los pelos de las fases larvarias de la procesionaria del pino (Thaumatopoea pityocampa) contienen un veneno, la thaumatopina, el cual les confiere capacidad urticante para su propia supervivencia.
La mariposa de la Thaumatope pone sus huevos sobre las agujas del pino. De estos huevos salen las larvas que empiezan a construir sus nidos en el pino. Suelen estar en las ramas más altas de los pinos y en los nidos puede haber hasta 300 orugas.
Cuando suben las temperaturas (entre febrero y marzo) las orugas empiezan a salir del nido y bajan a través del tronco haciéndolo en hilera (de ahí el nombre de procesionaria).
El contacto sobre el perro puede ser directo al llamar su atención la hilera en movimiento y chupar o tocar dicha hilera, o bien puede ser a través de un nido que se haya caído, ya que en el exterior existen pelos urticantes de las mismas orugas.
El tóxico de la procesionaria no actúa sobre la piel intacta, es necesario que el pelo urticariforme se clave primero en la piel, ya que dicho pelo actúa como un arpón que contiene una pequeña porción de tóxico y, al clavarse en la piel, se libera produciendo la reacción. El perro suele ser el animal más afectado, ya que el gato es más cauto.
Sintomatología:
Así pues, los perros se afectan por contacto directo con los pelos, los cuales necesitan clavarse sobre la piel intacta para liberar el veneno. La zona más afectada en los perros es la boca, sobre todo la lengua, porque suelen lamer las orugas o la zona con pelos, pero si los pelillos se meten en los ojos (por ejemplo, arrastrados por el viento), la reacción también puede darse ahí.
Los síntomas más característicos son una inflamación edematosa de labios, cavidad bucal y cabeza en general. El animal empieza con gran excitación, dolor e intenta rascarse, babeando exageradamente. Si el contagio ha sido con la lengua, en la zona que ha estado en contacto con las orugas, se produce una necrosis, con un aspecto verdoso al principio, saliveo abundante y luego va adquiriendo un tono negruzco hasta que al final se cae el trozo de lengua.
Durante este periodo, que dura aproximadamente 15 días, el animal no puede alimentarse, teniendo que ser necesario ponerle suero intravenoso o alimentos líquidos o semi-líquidos y, en algunos casos, mediante sondaje.
El mayor peligro existe si el contagio ha sido a nivel de la laringe, por producirse una reacción inflamatoria que puede llegar a asfixiar al animal, teniendo que realizar rápidamente una traqueotomía. Puede haber también choques anafilácticos por contagios sucesivos con temblores musculares y muerte del animal.
Tratamiento
Debe instaurarse lo antes posible, preferiblemente en cuanto nos demos cuenta de que el animal está afectado. Se trata de una urgencia. La primera medida que recomiendo es lavar abundantemente la zona con agua templada con limón o vinagre. Aparte de una serie de procedimientos que puedan ser necesarios dependiendo de la severidad de cada caso en particular, el tratamiento convencional típicamente se basa en corticoides y antihistamínicos principalmente, además protectores gástricos y tratatamientos tópicos.
Aún así, la mejor medida para luchar contra esta intoxicación es la prevención. Durante la temporada de las procesiones de las orugas, hay que estar vigilantes y evitar que los perros se paseen alrededor de pinos en que se observen nidos o zonas dónde se vean las hileras de orugas. Si en nuestros domicilios hay pinos con nidos, debemos responsabilizarnos de podar esas ramas y quemar los nidos antes de que salgan las filas de orugas para evitar la eclosión de las larvas. Con esta última medida, de paso, les haremos un favor a los pinos al sanearlos.
Thaumetopoea pityocampa
Es una especie de lepidóptero de la familia Thaumetopoeidae. A veces se la clasifica en el género Traumatocampa. Abunda en los bosques de pinos de Europa del Sur y central, donde es una plaga muy extendida. Además de los pinos, habita también en cedros y abetos.
Las orugas (fase de larva) están cubiertas de pelos urticantes que se desprenden y flotan en el aire, por lo que pueden provocar irritación en oídos, nariz y garganta en los seres humanos, así como intensas reacciones alérgicas.
CICLO BIOLÓGICO
Los individuos adultos en forma de mariposas se aparean en verano. La hembra pone sus huevos sobre las copas de los árboles, formando puestas muy características en forma de espiral alrededor de una o dos acículas. Entre 30 y 40 días después nacen las orugas(generalmente en los meses de septiembre-octubre), que pasarán por cinco estados larvarios. Inmediatamente despues de eclosionar y salir las larvas empiezan a alimentarse a partir de las acículas de los árboles (género Pinus principalmente) en los que instalan sus nidos, produciendo su defoliación. El principio, por su tamaño y actividad él nivel de alimentación y la defolicación es moderada. A partir del tercer estadio larvario las orugas construyen sobre los árboles sus nidos, en los que pasarán el invierno. En ellos pasan los periodos diurnos y salen para alimentarse al atardecer. En el quinto estadio larvario las orugas son tremendamente voraces. Tras alimentarse durante unos 30 días, entre febrero y abril, las orugas en esta última fase descienden al suelo desde sus nidos, en características filas indias (de ahí su nombre común de "procesionarias"). Se desconoce la causa pero está comprobado que es siempre una hembra (una larva que orginará un adulto hembra) la que guía la procesión. Finalmente se entierran en el suelo, donde pasan a la fase de pupa o crisálida. En verano las crisálidas hacen eclosión, y surgen las mariposas, que se aparean, comenzando de nuevo el ciclo.
Comentarios
Publicar un comentario